La
Catedral de Sevilla se constituye bajo la advocación de Santa María de la Sede,
de ahí que también sea conocida como Catedral de Santa María de la Sede; por su
tamaño es la catedral católica más grande del mundo y el tercer templo
cristiano tras San Pedro en Roma y San Pablo en Londres.
Desde
la conquista de la ciudad, el 23 de noviembre de 1248, el edificio de la
aljama, o Mezquita Mayor, pasó a ser catedral de la archidiócesis del Reino de
Sevilla. El edificio cambió la orientación litúrgica de la mezquita, que era
hacia el sur como todas las mezquitas occidentales, por la orientación cristiana
hacia el este, colocando la Capilla Mayor en el lado de levante. La quibla
quedó como muro lateral, y en el lugar del mirhab se situó una capilla de la
Virgen. Entre los pilares de la sala de oración se tendieron tabiques para
crear capillas junto a los muros laterales. Con el paso del tiempo los muros,
paredes y pilares se fueron cubriendo de retablos y pinturas.
A
finales del siglo XIV la mezquita estaba muy estropeada, con riesgo de ruina.
El Cabildo catedralicio pensó derribar el edificio almohade para construir una
catedral de formas cristianas. Es el momento en que, al acabar el cabildo del
viernes 8 de julio de 1401 en que decidió iniciar un nuevo edificio para la
catedral hispalense, uno de los canónigos pronunció una frase que resume bien
el espíritu de los sevillanos:
"Fagamos
un templo tal e tan grande, que los que la vieren acabada, nos tengan por
locos."
Fases
de su construcción:
Gótica
(1403-1528)
Se
cree que la mezquita comenzó a ser derribada en 1403; conforme se iba
desmontando el edificio almohade simultáneamente se iba edificando la nueva
catedral. Se ignora de quién fue el proyecto inicial, aunque se atribuye a
Alonso Martínez, Maestro Mayor de las obras entre los años 1386 y 1394. La
siguiente referencia a un maestro de obras es para Pedro García, entre los años
1421 y 1434, año en que figura el contrato con el maestro Ysambret (o
Isambret), probablemente de origen flamenco. Cinco años más tarde el cargo le
correspondería a un francés, el maestre Carlin, del que se tienen referencias
hasta el año 1454. Juan Norman, aparejador paisano del anterior, interviene
también en las obras desde 1447 hasta 1472.
Para
acelerar el proceso de las obras se llega a aumentar el número de maestros en
la dirección, contratando a varios simultáneamente: Pedro de Toledo, Francisco
Rodríguez y Juan de Hoces; lo cual dio el efecto contrario por disparidad de
criterios, dándo lugar a notables retrasos. Por lo que el el arzobispo Diego
Hurtado de Mendoza hace volver a la dirección única designando para ello al
maestre Simón, Simón de Colonia, a quien correspondió dar las trazas del
cimborrio que cerraría sus bóvedas, obra llevada a cabo por su sucesor Alonso
Rodríguez el día 6 de octubre del año 1506, cuando se dan por finalizadas las
obras exteriores de este gran templo en un acto de gran solemnidad.
No
obstante ese cimborrio se desplomó la noche del 28 de diciembre de 1511, siendo
destituido por ello Alonso Rodríguez, y nombrado en su lugar a Juan Gil de
Hontañón, maestro de la catedral de Salamanca, nuevo maestro mayor de la
catedral hispalense. Éste se encarga de la reposición del cimborrio —el
existente en la actualidad—, levantado a 40 metros de altura, más bajo que el
anterior, y que supuso una nueva inauguración solemne y oficial de la catedral
el día 4 de noviembre de 1519.
Catedral de Sevilla |
Desde
el principio se ideó un grandioso templo gótico, muy austero y riguroso, que
pese a su extensión y a los setenta y cinco años que duró la obra, mantuvo su
estilo hasta el final. Se inauguró, aunque a falta de algunos remates, en 1506,
sin que se introdujeran cambios notables en el plan original.
A
diferencia de lo que era costumbre, la construcción se inició por los pies del
templo, pues el rey Enrique III no permitió que se derribara la Capilla Real
situada en la cabecera, donde estaban las tumbas de San Fernando y Alfonso X.
La
primera piedra se colocó en el año 1403, donde luego se ubicaría la Capilla de
San Laureano, la primera en acabarse y donde fue enterrado el arzobispo Alonso
de Exea, muerto en 1417. En 1432 ya estaba terminada la mitad occidental de la
catedral, por lo que se pidió el correspondiente permiso al monarca Juan II
para demoler la vieja Capilla Real; autorización que fue concedida, haciendo
posible la continuación de las obras, que se finalizaron primero en 1506 al
cerrarse completamente sus bóvedas, y posteriormente en 1519 tras la reposición
del cimborrio caído.
Renacentista
(1528-1593)
Corresponde
al periodo iniciado en 1528, cuando se crea una notable serie de dependencias
anexas al templo gótico como son: la Sacristía Mayor, la Sala Capitular y otras
dependencias anejas, y el conjunto de la cabecera con la Capilla Real, todo
ello de la mano de una serie de artistas de primer orden que se inicia con
Diego de Riaño, nombrado maestro mayor de la catedral en el citado año.
De
Riaño son las cuatro capillas del trascoro que se cubren con bóvedas de
crucería con nervios que forman círculos, semejantes a las del vestíbulo del
edificio del Ayuntamiento. Las decoraciones de alabastro son obra renacentista
de Nicolás y Martín de León, realizadas entre 1530 y 1554 con elegantes figuras
de niños y de animales.
La
Sacristía Mayor se comienza según trazas de Riaño de 1530, quedando
interrumpida en 1534 ante la muerte del maestro. Diego de Siloé acudió a
Sevilla entonces para comprobar las obras, y se cree que dió las trazas para su
continuación, en clave renacentista, aunque adaptadas a la planta cruciforme
iniciada. Con estas nuevas directrices continuó las obras Martín de Gaínza,
quien en 1543 cerró su cúpula y acabó su linterna. Es de admirar la profusa
ornamentación de esta pieza, tanto en las columnas corintias estriadas como en
los frisos, la cúpula o los casetones de las bóvedas abocinadas, una de las
mejores obras de nuestro renacimiento.
La
Sala Capitular la traza Riaño y la construye M. de Gaínza en 1535, si bien a
ritmo muy lento pues se cierra la cúpula proyectada por Asensio de Maeda en
1582, acabándose finalmente por Juan de Minjares diez años más tarde. De planta
elíptica, sus muros superiores se ordenan según columnas dóricas sobre
pedestales apoyados sobre un gran friso volado. Su cúpula elíptica se divide en
tres franjas superpuestas, con casetones, y se remata por una linterna también
elíptica, en una composición sobria de marcado carácter renacentista.
Finalmente,
la Capilla Real, una de las obras renacentistas claves de la ciudad, comenzada
por Martín de Gaínza en 1551 a buen ritmo, que se truncó cinco años más tarde a
la muerte del maestro. Entonces es elegido maestro mayor de las obras Hernán
Ruiz II, correspondiéndole a él, por tanto, la realización de la cúpula hacia
1562. A su muerte le sucede Pedro Díaz de Palacios, quien continuó con las
labores decorativas, hasta su destitución en 1574, siendo reemplazado por Juan
de Maeda, entonces maestro mayor de la catedral de Granada, quien acabó la
capilla al año siguiente.
También
se acrecentó la torre con el cuerpo de campanario de Hernán Ruiz II y el famoso
Giraldillo. Todas estas obras tienen de común denominador la formalización
clásica, en los estilos que van desde el plateresco hasta el manierismo; puede
decirse que la catedral y sus dependencias quedaron terminadas en 1593, en
tiempos de Asensio de Maeda.
Barroca
(1618-1758)
Corresponde
casi exclusivamente a la construcción de la Parroquia del Sagrario, cuyas obras
se iniciaron en 1618 y no se concluyeron hasta 1663. Esta obra representa el
gran monumento de las obras manieristas de la Sevilla del siglo XVII, según
trazas del año 1617 dadas conjuntamente por tres grandes artistas del momento
como son Miguel de Zumárraga, Alonso de Vandelvira y Cristóbal de Rojas. No es
fácil saber en qué proporción interviene cada uno de ellos en el diseño y
realización de esta magna obra, aunque es sabido que Zumárraga era por entonces
maestro mayor de la Catedral. Es ésta una iglesia de las denominadas «de
cajón», de planta rectangular y una sola nave, a la que se le asocian pequeñas
capillas entre los contrafuertes, y con tribunas y grandes ventanales en su
parte superior; todo ello según el modelo creado por Hernán Ruiz II para la
iglesia del Hospital de la Sangre, de tanta repercusión posterior en los
templos sevillanos.
La
iglesia se acabó bastantes años después, en el año 1662; si bien su obra se
ajustó esencialmente al proyecto inicial, con una sorprendente organización
estructural que da paso a un gran espacio interior donde no faltan los grandes
elementos escultóricos y ornamentales.
En
el exterior, el alto muro de la iglesia se organiza mediante la superposición
de tres órdenes de pilastras, siendo de tipo corintio las correspondientes a
las bóvedas vaídas que cubren los tramos interiores. Cuenta con una portada
exterior de corte clásico, con el hueco adintelado flanqueado por parejas de
columnas de orden toscano y fuste estriado sobre altos pedestales.
Superiormente, un entablamento con el friso tallado sostiene un bello frontón
triangular con figuras femeninas recostadas a los lados y los habituales
jarrones con azucenas centrando la imagen de la Giralda en su tímpano central.
La
monumentalidad de este templo se ve incrementada por el patrimonio escultórico
que posee, donde sobresalen las ocho enormes estatuas de piedra realizadas por
el flamenco José de Arce en el año 1657, y que representan a los cuatro
Evangelistas y a los Padres de la Iglesia; así como el gran relieve de «La
Piedad» que en 1666 realizara Pedro Roldán para el retablo de la Capilla de los
Vizcaínos del ya desaparecido convento de San Francisco, y que se encuentra
actualmente en esta iglesia.
A
este edificio le acompañaron en el mismo estilo una serie de pequeños agregados
en el frente de poniente, y un buen número de grandes muebles, tales como los
órganos y varios retablos. Los arquitectos más significativos fueron Pedro
Sánchez Falconete y Diego Antonio Díaz.
Académica
(1758-1823)
Catedral de Sevilla |
Son
obras neoclásicas, realizadas a partir de la propia cultura local o por
imposición de la academia madrileña; además de interesantes muebles, se
refieren sobre todo al "Muro", conjunto de las dependencias del
ángulo suroeste del edificio; entonces, acabada la gran manzana, se inició
precozmente el proceso que condujo a su actual monumentalización, iniciada con
la eliminación, entre 1762 y 1797, de los edificios que la unían al caserío
inmediato. Los arquitectos fueron Manuel Núñez y Fernando de Rosales.
Neogótica
(1825-1928)
Comenzó
en 1825 un breve proceso, dedicado a la terminación de las partes que habían
quedado inconclusas en las etapas anteriores. Son las obras de las tres
portadas principales del templo, que quedaban por hacer: la puerta de la
Asunción, al pie de la fachada principal a la avenida de la Constitución, y las
dos puertas del crucero: al sur la puerta del Príncipe y al norte la de la
Concepción, abierta al patio de los Naranjos.
La
de la Asunción es obra de Fernando de Rosales y presenta en las jambas de sus
arquivoltas bellas esculturas de apóstoles y de santos realizadas por Ricardo
Bellver. Las portadas del crucero son obras proyectadas y comenzadas por
Demetrio de los Ríos y acabadas bajo la dirección de Adolfo Fernández Casanova,
quien además dirigió distintas obras de consolidación y reparación en el
interior de la catedral durante 1882 y 1889, sufriendo durante su transcurso la
caída por segunda vez de su cimborrio, hecho ocurrido el 1 de agosto de 1888.
Desde
entonces las obras han ido siendo de restauración, casi siempre dentro de la
modalidad de "limpieza étnica", que persigue la separación y la
pureza de los estilos. Inició esta etapa el mismo y la cerró Javier de Luque.
Patio
de los Naranjos.
El
patio de los Naranjos es el sahn de la antigua mezquita Mayor, o aljama, de
Isbiliya. Al edificarse el edificio gótico pasó a ser empleado con funciones de
claustro, aunque al estar abierto a la ciudad siempre ha sido lugar de paso,
plaza pública, lugar de mercado y patio de juegos infantiles.
Hoy
en día, el patio de los Naranjos es uno de los anexos más importantes de la
Catedral de Sevilla y está totalmente integrado en el recorrido turístico y
cultural, habiéndose convertido en un recinto sin sentido religioso.
La
Catedral es un edificio insólito que posee cinco naves, que se distribuyen con
perfecta orientación musulmana, mirando hacia levante. El aspecto más
controvertido de ella es que no cuenta con una cabecera en el sentido gótico
habitual en forma de ábside con girola, ya que su planta es un perfecto
rectángulo que se corresponde milimétricamente con la de la alhama, de la que
heredó, también, la insólita disposición de las puertas.
En
relación a los muros, hay que decir que cuentan con poco espesor. Sin embargo,
las capillas están separadas por estribos perpendiculares al eje central del
templo, terminando en 28 pilares adosados que, con otros 32 exentos, soportan a
68 bóvedas ojivales. La luz natural es escasa, ya que las ventanas son pequeñas
y soportan bellos vitrales.
Retablo
Mayor
Catedral de Sevilla |
La
impresionante nave central aloja a dos carismáticas edificaciones: el coro,
flanqueado por grandes órganos, y la Capilla Mayor, de cuatro plantas, que
aloja el retablo mayor. Entre ellos se sitúan tres zonas anexas: la nave de San
Fernando, el crucero (cuyas bóvedas son las más altas de todo el conjunto) y el
trascoro. Cada una de estas tres zonas se corresponden con las tres jerarquías
de la ciudad medieval: la catedral regia o panteón de los reyes, la catedral
eclesiástica o parte reservada al arzobispo y al Cabildo, y la catedral
popular, situada hacia poniente.
Capilla
Real
La
Capilla Real hace las funciones de cabecera de la catedral. Se trata de una
construcción singular, ya que es una especie de ábside renacentista situado
donde cabría esperar una gran girola ojival, típica del gótico. En dicha
capilla está ubicado el panteón del Rey San Fernando y de su hijo, Alfonso,
junto con los sepulcros de algunos otros miembros de la familia real de la
época. Asimismo, encontramos en ella a la imagen gótica de la Virgen de los
Reyes, patrona de Sevilla.
Fachadas
El
conjunto de la catedral sevillana, con todas sus recintos y elementos
anteriores (patio de los Naranjos y Giralda), dependencias posteriores
(Sacristía Mayor, Sala Capitular, etc.) y anexos (iglesia del Sagrario), se
levanta exenta y aislada de cualquier otro tipo de edificaciones, ocupando toda
una gran manzana.
Cuenta
por tanto con cuatro grandes fachadas, de muy distinta estética y arquitectura,
que se corresponden a las diferentes fases constructivas por las que fue
pasando a lo largo de la historia.
Puertas
Tiene
un total de diez Puertas de acceso:
Tres
en su fachada occidental (a la avenida de la Constitución), que son:
1.
Puerta de la Asunción.
2.
Puerta del Bautismo.
3.
Puerta del Nacimiento o de San Miguel.
Las
citadas puerta del Bautismo y del Nacimiento son las más antiguas de la
catedral, que comenzó su construcción por la fachada de los pies. Son obra que
se estiman fueron realizadas hacia el año 1434.
Interior Catedral de Sevilla |
La
otra puerta de esta fachada, la de la Asunción, situada en el centro, es obra
neogótica realizada en las últimas décadas del siglo XIX, entre los años 1877 y
1898. Es la puerta principal del templo, ubicada a los pies de la nave
principal. De grandes dimensiones, en el tímpano muestra un relieve con el tema
de la Asunción de la Virgen, mientras que a los lados, sobre las arquivoltas,
aparecen magníficas esculturas de santos y apóstoles a tamaño natural, sobre
pedestales y bajo doseletes, al modo habitual del gótico tradicional.
Una
al sur, que da a la plaza del Triunfo:
4.
Puerta del Príncipe o de San Cristóbal.
Fue
levantada entre los años 1887 y 1895 y se corresponde con el brazo sur del
crucero. Proyectada por Adolfo Fernández Casanova, se concluyó en 1917. Es la
más transitada, pues por ella acceden los turistas al interior de la catedral.
Desde el año 2008 tiene en su zona de acceso una réplica del Giraldillo..
Dos
en su fachada oriental (a la plaza de la Virgen de los Reyes):
5.
Puerta de Campanillas.
6.
Puerta de Palos.
La
puerta de Campanillas debe su nombre a la época de la construcción de la
catedral, porque desde allí se tocaban las campanillas para llamar al trabajo a
los obreros. Las imágenes renacentistas, así como el relieve del tímpano que
representa la «Entrada de Cristo en Jerusalén», son obra de Miguel Florentín de
principios del siglo XVI.
La puerta
de Palos se conoce también como de la Adoración de los Magos, por el relieve de
este motivo que presenta en su tímpano, modelado por Miguel Florentín hacia
1520. La denominación de «Palos» es más conocida, y se debe a las rejas de
madera que la separan de antiguas dependencias del cabildo catedralicio.
Ubicada junto a la Giralda, por esta puerta realizan su salida de la catedral
todas las Hermandades en Semana Santa tras hacer estación de penitencia en su
interior.