La
edificación sigue las pautas del modelo cartujano convencional: el sur para
oficinas de legos (graneros, almacenes, bodegas) y el norte para habitación de
monjes, ambos unidos en el refectorio comunitario. Huertas y una cerca
completan el canon. Dos son las corrientes dominantes, la gótico-mudéjar y la
barroca, además de las muy posteriores construcciones fabriles decimonónicas.
La Cartuja se constituía en una pequeña ciudad, defendida de las
avenidas del río por el muro que la rodeaba, en el que sólo se abrían dos
puertas, la principal a poniente, que daba al campo, y la otra secundaria a
levante, que lo hacía al río. Extramuros había un asentamiento habitado por
sirvientes y trabajadores. La cerca alcanzaba una altura en torno a los dos
metros y medio que se construyeron en tapial con rafas de ladrillo.
La portada principal, barroca, consta de dos cuerpos y un pequeño ático
y fue diseñada y ejecutada a mediados del siglo XVIII por Ambrosio de Figueroa.
La situada frente al río, rematada por multitud de pináculos vidriados y
decorada con azulejos de los siglos XVII y XVIII, fue construida por Diego
Antonio Díaz.
Lo que constituyó el núcleo primitivo era el conjunto formado por la
iglesia, capillas, refectorio y sala capitular, junto a las celdas de los
monjes. Adosado al ábside de la iglesia y en torno a este núcleo se construye
posteriormente el gran claustro de monjes. Las celdas de los legos, separadas
del gran claustro por la procuración, se ordenaban igualmente en torno a un
gran espacio central. Junto a él, a sus espaldas se situaban los almacenes,
graneros, tahonas, caballerizas y el resto de las dependencias de servicio del
monasterio.
Con la instalación de la fábrica de loza se construyen nuevas
edificaciones industriales de menor interés, se reutilizan las existentes,
incluido el núcleo original de la Cartuja, provocando no pocos destrozos en sus
fábricas primitivas.
La Iglesia de las Cuevas es, como todos los templos cartujos, de una
sola nave, hacia la mitad de la misma se situaba el coro de los monjes, y al
lado, en dirección a la puerta, el coro de legos, situándose tras este una gran
reja destinada a separar los religiosos del público seglar. A los pies, en el
lado del evangelio, se encuentra la capilla de Santa Ana, de planta
rectangular, y la sacristía a la que se accede desde el presbiterio, también de
planta cuadrada.
La cubrición se hace mediante bóvedas de crucería en la iglesia, con
bóvedas estrelladas y cúpula de media naranja en la capilla de Santa Ana por y
por cúpula octogonal en la sacristía.
La portada del templo se construye en piedra, posee un arco ojival
abocinado enmarcado por alfiz y en el hastial encontramos un gran rosetón con
vidriera. El refectorio es una enorme sala edificada en 1422 y ampliada en
1588, se cubría con un magnífico alfarje de lazos moriscos en madera de alerce.
El proceso de conversión de la Cartuja en fábrica Pickman de loza
comenzó por la reutilización de los edificios existentes, continuó ampliándolos
primero con una construcción fabril pero técnica y formalmente correcta (hornos
de botella y chimeneas, por ejemplo) y terminó por convertir el conjunto en un
inmenso mar de tejados de todo tipo cubriendo una extensión mayor que la
cartujana, ocupando huertos y casi todos los espacios abiertos (patios y
jardines).
Del antiguo edificio resta hoy un claustro -el claustrillo- en torno al
cual se disponen la iglesia, el refectorio, la Capilla de Santa María
Magdalena, la Capilla del Capítulo y la Capilla de Santa Ana. El atrio de
entrada, precedido por la Puerta de las Cadenas, y la celda prioral, hoy muy
transformada. Separadas de este núcleo hay otras edificaciones de menor
entidad: algunos restos del claustro de legos, naves de almacenes, caballerizas
y otras dependencias de servicio.
De las
instalaciones industriales que realiza Pickman en el siglo XIX destacan hoy por
su importancia las cinco espléndidas chimeneas -hornos botella- que junto a las
edificaciones covitanas caracterizan la imagen actual de la Cartuja.
El claustrillo fue construido en 1454 por mandato del prior Fernando de
Torres, y es una de las piezas más bellas de la Cartuja. Se entraba a través de
un hueco de la iglesia hoy cerrado. Consta de una galería, cubierta por
artesonado, apoyada sobre arcos de gran peralte que apean en esbeltas columnas
de mármol y acampanados capiteles, excepto en los flancos, que se refuerzan
disponiendo pilares de ladrillo también con capiteles.
Tras el zaguán de la puerta principal se abre el patio del Ave María o
de las Cadenas, se trata de un gran patio que se extiende hasta el atrio de la
iglesia. Aquí se abre la portada de las Cadenas, que daba paso al hermético
mundo cartujano. Se trata de una construcción del siglo XV, conformada por dos
arcos góticos apuntados que delimitanun vestíbulo abovedado. Sobre el arco
exterior se sitúan tres paneles de azulejos pisanos del XVII. Desde esta
antesala se pasa a un pequeño atrio, que distribuye la mansión de los Pickman a
la derecha, la celda prioral, a la izquierda, y la iglesia, situada al frente.
La casa de los marqueses ceramistas, fue levantada hacia 1870 para
vivienda habitual, sobre la antigua Procuración y la cocina. Se trata de una
vivienda de dos plantas en torno a un pequeño patio central.
La celda prioral constaba de una gran casa de dos plantas con patio
central cuadrado de estilo renacentista, con galerías de arcos de medio punto
en la primera y rebajados en la segunda, ambos sobre columnas de mármol. Aquí
se encontraban la residencia del prior, habitaciones para la servidumbre,
dormitorios para visitantes ilustres, oratorio, cárcel y biblioteca.
Posteriormente el destino fabril de esta celda sería, entre otros, el de
laboratorio.
La gran chimenea ubicada en el claustro de los mojes servía para evacuar
los humos de la fábrica, hay también cinco hornos de “botella” de diseño inglés
situados frente a la procuración.
Este denso entramado de edificaciones, tanto de origen religioso como
fabril, se completaba con algunas edificaciones aisladas, como son, la Capilla
de Santa Justa y Rufina, el mirador sobre el río, norias y albercas y grandes
extensiones de terrenos destinados a huertas.
La Huerta vieja estaba situada detrás del claustro de los mojes, y
contiene algunas edificaciones de la época monacal. Desde aquí un camino
conduce al merendero construido por Carlos Pickman y proyectado por Lizasoaín
en el lugar que ocupara la capilla de Santas Justa y Rufina. Detrás de este
merendero hay una edificación adosada a la tapia exterior, con balcones, que
quizá fue usado por los monjes como mirador. A continuación de la Huerta Vieja
se encuentra la “grande” poblada por frutales y palmeras. Ocupa todo el sector
norte del circuito de tapias y en su centro hay un estanque sobre el que se
alza un templete diseñado por el autor del merendero.
El monasterio de Santa María de las Cuevas fue fundado por el arzobispo
D. Gonzalo de Mena en 1400. El embrión del mismo fue la Capilla de la
Magdalena, alzada sobre el solar de una pequeña ermita preexistente, alrededor
de la cual se levantaron las restantes dependencias.
Posteriormente, en 1454 se edifica el antiguo claustro y la capilla del
capítulo, en 1500 Per Afán de Ribera obtiene el patronato y levanta a sus
expensas la iglesia gótica a cambio del derecho de enterramiento. Se trata de
un magnífico ejemplo del arte gótico-mudéjar sevillano construido entre 1410 y
1419 y ampliado en 1523. Las Capillas del Capítulo y de Santa Ana datan del
primer cuarto del siglo XVI, y en la segunda estuvo enterrado en una cripta
Cristóbal Colón y algunos familiares suyos.
A lo largo de los siglos siguientes continuarán las construcciones y
ampliaciones, así como las numerosas reconstrucciones, reparaciones y reformas
del conjunto, debido a los destrozos causados por las frecuentes inundaciones
del Guadalquivir.
La reforma más importante que tiene lugar en el siglo XVIII, en que se
desplaza la puerta del recinto murado en dirección opuesta al río, levantándose
una nueva cerca perimetral y reconstruyéndose casi totalmente la Capilla de la
Virgen de Las Cuevas -llamada también Capilla de Afuera- a cargo del arquitecto
Ambrosio de Figueroa, que en 1757 ocupa el cargo de maestro alarife y de obras
del a Cartuja.
De 1752 a 1759, Diego Antonio Díaz construye la puerta frente al río,
rematada por multitud de pináculos vidriados y decorados con azulejos de los
siglos XVII y XVIII. La invasión francesa produjo grandes desastres en el
monasterio al ser violentamente saqueado y convertido en cuartel. En 1816
volvieron los monjes, para volver a ser expulsados, ya definitivamente, con la
exclaustración de 1835.
En 1838, Pickman, comerciante inglés que ya residía en Sevilla al
frente de su casa de loza y cristalería, pidió todo el edificio de la Cartuja a
censo y se le concedió por el Real Decreto al año siguiente. Redimiendo después
el censo, el edificio pasó luego a ser propiedad de la sociedad que formara con
su hermano, instalando una fábrica de loza, que ha venido funcionando hasta
hace pocos años.
De 1971 a 1978 se realizaron los trabajos de restauración y
consolidación del núcleo esencial de la Cartuja, bajo la dirección de Rafael
Manzano. Estas operaciones afectaron a la iglesia, sacristía, claustrillo,
refectorio, capilla de los Ribera, de gracias y caminantes, apeadero y portada
principal. Se consolidaron la cubierta de la Iglesia y espadañas, así como los
volúmenes exteriores de los ábsides.
En 1983, José María Benjumea realiza un estudio previo de la Cartuja
por encargo del M.O.P.U. y en 1986 la entonces Consejería de Política
Territorial de la Junta de Andalucía encarga a los arquitectos Luis Marín.
Aurelio del Pozo y Enrique Yanes un proyecto de restauración y rehabilitación
del conjunto.
En 1987, la Consejería de Cultura encargará definitivamente cuatro
proyectos parciales, a los arquitectos Fernando Mendoza y Roberto Luna, al
equipo formado por los hermanos Sierra, a Francisco Torres Martínez y a
Guillermo Vázquez Consuegra, conservando los arquitectos Marín y Pozo, el
proyecto de reconstrucción que afecta al conjunto de edificaciones que se
hallan situadas a la izquierda de la Puerta del Río.
El recinto acoge hoy diversas dependencias, entre otras, el Instituto
Andaluz del Patrimonio Histórico, que se ubica en las áreas de las naves
industriales, la sede en Sevilla de la Universidad Internacional de Andalucía y
el Centro Andaluz de Arte Contemporáneo.