El edificio se compone de
dos módulos diferentes, renacentista y neoclásico, el primero debido a la
construcción original y el segundo debido a la ampliación del siglo XIX.
De planta rectangular,
presenta cuatro fachadas en línea quebrada y tres plantas. El edificio
renacentista ocupa las dos primeras plantas en la zona sur y este del conjunto.
La ampliación del siglo XIX
se desarrolla en la tercera planta y comprende el espacio entre la Plaza Nueva
y la Plaza San Francisco.
Dicha ampliación se divide
en dos fases, la primera corresponde a 1861 y la ejecutó Balbino Marrón en
estilo neoclásico, y la segunda, de 1868, se atribuye a Demetrio de los Ríos,
que la ejecutó imitando la construcción original.
En el interior destaca La
Sala Capitular Baja, cubierta con bóveda vaída acasetonada de carácter
renacentista, decorada con figuras de reyes y emblemas del emperador Carlos V.
De la escalera destaca la
cúpula de remate que la cubre, ya que en su época representó un avance
artístico y técnico, atribuido a Hernán Ruiz II.
En la planta alta
encontramos otra Sala Capitular que dispone de un notable artesonado de madera,
dorado y estofado, que guarda cierta relación con el del techo del Salón de
Carlos V del Alcázar. Lateralmente a esta sala se halla el Archivo del Ayuntamiento
y Contaduría, que constituye una pieza alargada hacia la Plaza de San Francisco
y la Avenida. En su decoración encontramos las hornacinas, las pilastras de grutescos
al oeste y dos parejas de columnas como vestigios de la obra renacentista que
persistieron al siglo XIX.
En la fachada a la Plaza de
San Francisco encontramos dos plantas ejecutadas en distinto momento pero con
igual esquema compositivo, desarrollando en su decoración todo el repertorio
plateresco.
La primera planta se
resuelve con zócalo y pilastras con decoración a candieleri articulando los
entrepaños, en el cuerpo alto el esquema es similar pero se ubican columnas en
los laterales y pilares en la zona del centro. Los entrepaños son todos de igual
tamaño, excepto el central donde se ubica la puerta que es de mayor anchura, en
la segunda planta este vano se resuelve con ventana geminada.
Las ventanas son de distinto
tamaño, más anchas en la zona de la puerta y más estrechas a ambos lados. La
decoración de las mismas se diversifica según su tamaño, disponiéndose en las
de mayores dimensiones emblemas heráldicos.
En el apeadero, de planta
rectangular y cubierto con bóvedas vaídas decoradas con nervios corvados, cabe
destacar los detalles góticos de su decoración, los frisos, tondos y tenantes
que se integran dentro del repertorio plateresco que Pissano introdujera con su
obra del retablo del Alcázar.
El alzado se desarrolla
según un esquema de arco triunfal, con figuras decorativas de Hércules y Julio
César, coronándose en la planta alta con un vano adintelado decorado por
heráldica. El mensaje iconográfico alude a la concepción del edificio como
templo de la justicia y como testigo y reflejo de la historia de la ciudad.
Antes se encontraba unido al
Convento Casa Grande de San Francisco y es posiblemente por el arquillo
existente por donde se permitía el acceso al compás del convento.
Las trazas del edificio y su
esquema decorativo son de 1528 y las realizó Diego de Riaño quien no pudo finalizar
su construcción que se retrasó hasta 1532. La ejecución en el periodo
comprendido entre 1535 y 1560 la continuó uno de sus discípulos, Juan Sánchez,
quien realizó la fachada a la Plaza de San Francisco y la escalera.
Posteriormente, entre 1561 y
1569 la dirección de la obra corrió a cargo de Hernán Ruiz II. A él se le
atribuyen la planta sobre el arquillo, por similitudes en su uso decorativo
habitual, y la cúpula de la escalera del archivo. También se encuentran indicios
de su actuación en la planta alta de la fachada a la Plaza de San Francisco A
Hernán Ruiz II le sucedió Benvenuto Tortello entre 1569 y 1571, atribuyéndose
al mismo la Capilla del Concejo.
Durante el siglo XIX sufrió
un proceso de ampliación y reforma, elevándose una nueva planta. De este
periodo es la Fachada a la Plaza Nueva, 1861, de Balbino Marrón, y la ampliación
hacia la Plaza de San Francisco en 1868 de Demetrio de los Ríos. Las últimas
reformas y restauraciones datan de 1989-1992 a cargo de Aurelio del Pozo